sábado, 7 de marzo de 2009

El Eternauta

Cuando se habla de historieta en la Argentina, es imposible no remitirse a un clásico del género, uno que, por sus características, se transforma en único e inigualable. Combina una dosis de ciencia ficción exacta, con túneles ocultos de la realidad, tan oscuros como los crímenes que perpetuaba la dictadura militar, en esa época.

La rebeldía y el compromiso, intentaban sortear la censura y el autoritarismo. Había que ser creativo, genial, para inventarse un “mundo de cuento” que desmitificara a la realidad. Un universo donde era posible denunciar, pero, a la vez, se seguía corriendo el riesgo de hacer público lo que palpitaba en el corazón de un artista.

Es que Héctor Germán Oesterheld fue un artista comprometido con la realidad, partiendo desde lo abstracto, pero sin olvidarse de la responsabilidad que le correspondía frente al conjunto social. Nació en Buenos Aires, el 23 de julio de 1919. En 1957 fundó Editorial Frontera, que comenzaría publicando versiones noveladas de las historietas de Bull Rocket y el Sargento Kirk. El éxito impulsó a publicar las revistas Hora Cero y Frontera, la mayor parte de cuyos contenidos escribía él mismo.

El siguiente personaje de renombre creado fue Ernie Pike, un corresponsal de guerra que relata batallas de la Segunda Guerra Mundial. El 4 de septiembre de 1957 apareció el personaje más exitoso: El Eternauta, con dibujos de Francisco Solano López, en Hora Cero semanal. La historia, que habla sobre un viajero de la eternidad que se aparece en casa del propio Oesterheld y le cuenta la historia de una terrible invasión extraterrestre en Buenos Aires, se publicó por entregas semanales hasta 1959, con un gran éxito.

Su obra fue adquiriendo progresivamente mayores tintes de compromiso político. Por 1968 la editorial Jorge Álvarez decidió realizar biografías de figuras de América Latina adaptadas a la historieta. Se realizó una sobre el Che Guevara y se planeaba una segunda sobre Eva Perón, pero al salir a la venta el gobierno militar secuestró los originales. Escribió en colaboración con Breccia una nueva versión del Eternauta, con un guión políticamente más comprometido. La publicación fue cancelada.
Es el Eternauta uno de los personajes más maravillosos de la literatura argentina, sino el más, porque expresa un juego de "doble realidad". Además, su historia recorre lugares geográficos comunes, aquellos que, circunstancialmente o por obligación, solemos transitar en lo diario. A eso le agrega la dosis exacta de ciencia ficción, que se permeabiliza por los lugares más oscuros de la realidad, que trae consigo el último proceso de facto.
Durante la dictadura militar de 1970 en Argentina, el autor se unió, junto con sus hijas, a la agrupación guerrillera Montoneros, de la que fue jefe de prensa. En 1976 se hizo una reedición de El Eternauta, y su éxito motivó la creación de una segunda parte: El Eternauta II, mostrándolo como un caudillo que guiaba a un pueblo oprimido para alzarse contra un gobierno opresor y derrotarlo a cualquier precio. Esto generó conflictos con Solano López, quien no estaba del todo de acuerdo, y presiones constantes de parte del gobierno.

Oesterheld pasó a la clandestinidad, desde donde finalizó el guión, y el 27 de abril de 1977 fue secuestrado por las fuerzas armadas en La Plata, junto con sus cuatro hijas: Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18). Nunca más volvió a ser visto, y se convirtió en uno de los 30.000 desparecidos por el llamado Proceso de Reorganización Nacional. Suele asegurarse que su "desaparición" se debió al malestar que producía a la dictadura su biografía del Che Guevara, al alto compromiso político de El Eternauta y a su militancia en Montoneros.
La impronta de un artista, concluida sobre el papel, con la ayuda de un lápiz que garabatea dibujos, palabras, luces y sombras, es una expresión acabada de ideología. Algunas son claras y otras, extremadamente difusas. Nótese allí, la mejor cualidad de Oesterheld, quien fue capaz, desde un género muchas veces negado por la literatura tradicional (o lo que es peor, tratado con un status menor), de dejar sentadas claras opiniones respecto al mundo que lo rodea.
Su pasión por los personajes de las historiestas, es tan fuerte como su compromiso político y social, lo que hace que su personalidad, irremediablemente, se encuentre en los perfiles del Eternauta y tantos otros. Sus narraciones, así como su lucha por una existencia diferente, plagada de utopías, merecen esta nota que hoy se escribe.
Eduardo Ferrer

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está muy bueno esto de rescatar,figuras que,desde lo literario,han denunciado,con un compromiso real y tremendo coraje,situaciones de opresión popular o de represión de gobiernos dictatoriales,aún y a sabiendas de poner en peligro sus propias vidas.Muy buena la elección y el destacar los aspectos realmente importantes de la vida del autor.Ana,la lectora nº 1