viernes, 17 de octubre de 2008

La abanderada de las causas sociales

Las introducciones son estériles cuando el personaje es capaz de superar todo tipo de límites y, sobre todo, en una sección como ésta, donde el planteo central proviene de una mayoría de personajes desconocidos para el común de la gente. Decir Eva Perón, debería bastar para clarificar de quien se va a hablar, de aquí en más, y tratar de certificar, al final de este artículo, su estatura de merecimientos para ser protagonista de este segmento.

Cabe aclarar, de antemano, que el autor, aún a costa de mofarse de la objetividad, cree fervientemente que Eva es merecedora del “Prócer por Ser”, sin siquiera discutir de banderías políticas o creencias absurdas. Hasta podríamos debatir su impronta frente a la de quien fuera su marido, y así como empardaría o caería derrotada en algunas asignaturas, bien podría salir triunfante en tantas otras.

María Eva Duarte o Ibarguren, tal su real apellido, nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, aunque hay algunas otras investigaciones que sostienen su natalicio en la ciudad de Junín, donde se trasladó trece años más tarde. El lugar exacto del nacimiento, según los testimonios más certeros, sería Campo La Unión, muy cerca de la Comunidad Mapuche del Cacique Coliqueo.

Como todo personaje de relevancia, las discusiones en torno a su persona y a los hechos que protagonizó, pueden contarse por doquier. Cierto es que, en el derrotero de su vida, viajó a Buenos Aires, en el año 1935, para probar suerte como actriz de radioteatro y cine. En 1944 conoció al Coronel Juan Domingo Perón, con quien se casará en 1945. El 17 de Octubre de ese mismo año, se produce el acontecimiento de movilización popular más importante de la historia argentina, que permite liberar a su marido y, prácticamente, convertirlo en el nuevo Presidente de la República.

Ahora, si bien no es destacada su participación en semejante acto de espontaneidad de tantos sectores de la sociedad, una vez arribado Perón a la máxima magistratura, la obra de Evita cobra una relevancia inusitada. Se convierte en la portadora de los reclamos de los trabajadores, en un país que provenía de una larga dominación de los sectores oligárquicos, con un solo interregno durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen.

Negocia y presiona a los grupos de poder que iban en contra de las necesidades populares (Iglesia tradicional, terratenientes y algunos empresarios), lo que le valdrá una enemistad garantizada, que no la hará retroceder ni un paso en sus intenciones. Es más, convencida que la ayuda social era imprescindible, propone la creación de la Fundación Eva Perón, profundizando las tareas de contención que antes realizaban las mujeres acomodadas de la Sociedad de Beneficencia, para lavar culpas por tener tanto dinero. Obviamente, para ellas, la Primera Dama, sólo colabora a través de su intencionalidad política.
“Aquí también, como en todo el mundo, la injusticia social de muchos años ha dejado en todos los rincones del país dolorosos recuerdos de su pasado. Cuando Perón tomó la bandera de la justicia social, los argentinos sumergidos eran infinitamente más que los pocos privilegiados que emergían. Pocos ricos y muchos pobres.”

Ese último dato, es una discusión constante a la hora de reflexionar sobre el Peronismo en general: vale más la ayuda concreta y real que recibieron los sectores menos favorecidos del conjunto social o las implicancias e intereses que podrían haber tenido ese tipo de políticas. Dialogar sobre los intereses nos llevaría largo tiempo, ser claro respecto a las acciones concretas, no adquiere ningún síntoma de duda; las obras y el cuidado de esos sectores desprotegidos, podían palparse por doquier: policlínicos, escuelas, hogares de tránsito y de ancianos, la ciudad infantil y la ciudad estudiantil, colonias de vacaciones y espacios de esparcimiento para el pueblo, trenes de ayuda que llegaban con remedios y juguetes a sitios impensados.

Pero no solo esa fue la lucha de Eva Perón, sin lugar a dudas, su emblema de mujer lo trasladó a la consecución de derechos para las de su género, en un mundo todavía plagado de “machistas”. Participó activamente en la sanción del voto femenino a través de la Ley 13.010 (proyecto que en su momento intentó llevar adelante el Socialismo), que impulsó la participación de las mujeres en política y creó el Partido Peronista Femenino.

“Porque vi que la mujer no era tenida en cuenta, ni en lo material ni en lo espiritual y porque advertí que a mujer era una reserva moral y espiritual, me puse al lado de todas las mujeres de mi país para bregar con ellas denodadamente, no solo por nuestra reivindicación sino también por la de nuestros hogares, de nuestros hijos y de nuestros esposos.”

Es probable que también pueda sentenciársela por otras actitudes: el apoyo de censura a la Prensa, su convivencia con algunos gobiernos fascistas europeos y un carácter indomable, que la mostraba irascible con sus detractores. Sin embargo, es envidiable que una mujer, de tan solo 27 años, haya trepado hasta semejante pedestal y se convierta hacia los 33, en la figura indiscutida de un segmento enorme de la población.

Propuesta el 22 de agosto de 1951 como candidata para las elecciones de noviembre, renuncia a serlo el 31 de agosto de ese mismo año, presionada por los grupos de poder con los que se habían granjeado antipatías. Ya enferma de cáncer, muere en Buenos Aires el 26 de julio de 1952, la que quizás fue la mujer más relevante de la historia argentina, amada por tantos y exonerada por otros, pero sin lugar a dudas, con un compromiso social altísimo para con su Pueblo.

No hay comentarios: