sábado, 3 de mayo de 2008

Dos mujeres, un ejemplo de lucha

Luego de dos artículos que dejaron mucho espacio para el comentario, tuve una seria disputa con mis colegas de la Redacción. Ellos sostenían que el próximo personaje en cuestión debía ser mujer y yo proponía continuar por la senda de la masculinidad. Entonces me recordaron que, al proponer esta sección, había hablado sobre lo importante que sería destacar a femeninas con enorme compromiso, que bien podían estar a la altura de cualquier hombre e, incluso, superarlo.

Una vez caído en mi error, me propuse enmendarlo, convocando no sólo a una mujer, sino que para el caso propondría a dos ejemplos dignos de esta sección. Fue allí donde comprobé que también podía “ajusticiar” la noción de prócer, entendiendo que no es un término exclusivamente prendido de un pasado remoto, y que, en el presente, existen personas con tanta calidad como para alcanzar ese mérito.

Fue allá por el año 1930 cuando nacía Estela Barnes de Carlotto, en la ciudad de Buenos Aires y en pleno “sacudón” provocado por el primer Golpe Militar de la Historia Argentina. Nada más emblemático para una mujer que se convirtió en la abanderada de la lucha contra la causa más temible desatada por la última Dictadura, la apropiación de hijos en la clandestinidad.

En definitiva, cuando se habla o escribe de mujeres, cualquier definición de las mismas va a atada al concepto de madres, aunque biológicamente no lo sean. Carlotto es la referencia de un concepto superador, es “dos veces mujer”, porque desde su lugar de progenitora debió velar por la aparición de su hija, Laura, cuerpo que le fue entregado el 25 de Agosto de 1978. Infatigable con su lucha, se convirtió además, en la imagen de las Abuelas de Plaza de Mayo, por la búsqueda de su nieto, Guido, quien aún continúa sin aparecer.
Sostenía más arriba que mujer equivalía a madre, pero no por necesidad biológica, y es el mejor argumento que puedo utilizar para presentar al segundo personaje del día: la Hermana Marta Pelloni fundida al calor de las luchas sociales y, en especial, por la intensa búsqueda de la Justicia, que tantas veces tarda en aparecer. Podría afirmarse, sin temor a las equivocaciones, que la religiosa y Estela Carlotto son almas gemelas, ejemplo de lucha sin tregua, símbolos de la incesante necesidad de paz que tanto anhelamos en el país.

Ambas mantuvieron su combate frente a los poderosos de turno sin otras armas que la profunda fe en las causas que defendían, sin depender de intereses políticos que sostuvieran sus reclamos. Carlotto empezó siendo Maestra en Brandsen, para concluir su carrera docente en la ciudad de La Plata, sin militar en la vida partidaria hasta la desaparición de su hija.

Marta Pelloni pertenece a la Congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas y también abocó parte de su vida a la carrera docente: es Profesora de Filosofía y Pedagogía. Además, es miembro del Foro Multisectorial por la Justicia y, en la actualidad, preside la "Fundación para el Campesinado" en Corrientes. En 2005 fue una de las mil candidatas al Premio Nobel de la Paz, elegida por su compromiso social y su lucha por la dignidad humana.

Cobró notoriedad por impulsar las "Marchas del silencio" para el esclarecimiento del crimen de María Soledad Morales, perpetrado en Catamarca en 1990. Allí no temió enfrentarse con el poder político de turno, asociado concretamente a una “mafia” que perpetraba escandalosas fiestas de drogas y alcohol.

Podría extenderme en tantas líneas y hojas sobre lo que son capaces de hacer dos hermosas mujeres en lucha por aquello que creen justo. “Hermosas” porque tienen un espíritu que así las colorea, porque no le temen al miedo impuesto por “secuaces de turno” que han querido amedrentarlas en cada paso, “Hermosas” porque prefieren la vida, aún cuando su lucha sea hasta el último de los días. Mejor que seguir escribiendo sobre ellas, es compartir sus propias palabras, en este caso, las que hablan respecto a la enseñanza, sitio en el que también fue depositado, gran parte de su compromiso:

“Cuando se implementa en el país la Ley federal de Educación, se propuso una educación para la eficiencia, eficacia y excelencia. Pero hoy tenemos una población que ha sido objeto de la exclusión, esto motivó que surgieran grandes problemas como la droga, la delincuencia, la vagancia, y encima ahora queremos penalizar a esos adolescentes que todavía no son mayores de edad bajando la edad de imputabilidad, como propone Blumberg. Con este criterio estamos criminalizando y penalizando a las víctimas del sistema… la seguridad no la vamos a corregir con mano dura y con leyes ¡Demos trabajo al pueblo, contengamos a nuestros niños y adolescentes!” M. Pelloni.

“Si tuviera que enseñar la historia reciente, lo haría con mucha delicadeza pero con mucha verdad, y la enseñaría como obligación porque no se puede obviar esa etapa. Debemos dar explicaciones de por qué estamos empobrecidos, por qué la dirigencia política nos decepciona, por qué hay tanto movimiento social de protesta, por qué estamos las Abuelas, las Madres. Si eso no se les explica a los chicos, los chicos preguntan. A Abuelas vienen delegaciones enormes de chicos. Nosotras vamos y ellos vienen, sin embargo, todavía hay escuelas donde los directores dicen ¡no!... he sido maestra, muchas abuelas fueron maestras, y otras aprendieron luego a serlo, porque desde el principio quisimos explicar por qué luchábamos”. E. Carlotto

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